miércoles, 24 de diciembre de 2008

Nuestro tránsito, indetenible, siempre hacia más socialismo

Por Orlando Guevara Núñez

El gobierno fascista de los Estados Unidos, no ha cesado de anunciar nuevas medidas para recrudecer el bloqueo contra Cuba y acelerar el llamado tránsito cubano, o lo que es lo mismo: el derrocamiento de la Revolución y el retorno a un pasado ya sin presente ni porvenir en nuestra tierra.
Esa transición se ha convertido para el gobierno imperial en una obsesión enfermiza.
En un empeño tan apetecido como estéril para quienes aspiran a recuperar sus privilegios en Cuba. Y en un deseo mercantilista para gobiernos serviles que incapaces de defender la dignidad de sus naciones, se alquilan al amo imperial para tratar de doblegar la nuestra.
Es como un concierto de perros feroces acosando a la Revolución, sin capacidad siquiera para darse cuenta de que nunca podrán acceder a su altura.
Mientras tanto, el pueblo cubano- a casi medio siglo de Revolución- continúa transitando. Sólo que por un camino y una meta muy distintos a los trazados en las mentes calenturientas de sus enemigos.
Desde enero de 1959, hemos transitado de la esclavitud a la libertad; de la sumisión a la independencia; del analfabetismo y la incultura, al país con el mejor sistema educacional del mundo y una cultura general integral ante la cual tienen que inclinarse los gobiernos más poderosos económica y militarmente en el mundo. Del desempleo, al empleo pleno. De neocolonia de los Estados Unidos, pasamos a la Patria sin amos soñada por José Martí y demás próceres de nuestras gestas libertarias.
Transitamos de parias en nuestra propia tierra, a dueños de ella; de la discriminación a una igualdad sin semejanza en otras latitudes. Nuestros derechos, pisoteados por todos los gobiernos de turno, los recogimos, los dignificamos y los situamos en el altar más alto de la honra.
Desde hace mucho rato, transitamos de los latifundios a las cooperativas y empresas estatales socialistas.Y junto a nosotros han andado ese camino los campesinos que mantienen su condición - siempre respetada - de productores individuales. Transitamos de una sociedad corrompida, al sistema social más justo, más humano y más solidario registrado por la historia de la humanidad.
De un país donde morían más de 60 niños por cada mil nacidos vivos, hemos transitado hacia el actual, donde esa cifra es menor de seis. Por cada 10 niños que antes morían al nacer o en el primer año de vida, la Revolución cubana salva a nueve. De la falta de asistencia médica para millones de cubanos, transitamos a los servicios de salud gratuitos para todos, sin discriminación de ningún tipo.
Del pago abusivo de alquileres, de los casatenientes y deshaucios, hemos llegado al 85 % de los cubanos siendo dueños de sus viviendas, mientras que el 15 % restante paga mensualidades ínfimas en relación con sus ingresos. De un país donde la electricidad llegaba sólo hasta donde dejaba ganancias para los inversionistas y en nuestros campos no pasaba de un 9 % la electrificación de las viviendas, transitamos hacia la realidad de hoy, donde más del 90 % de los hogares disfrutan este servicio, al tiempo que los demás reciben el beneficio de televisores, salas de vídeo, computadoras y disímiles programas educacionales.
Transitamos de un gobierno tiránico y sometido a los designios de los Estados Unidos, a un Gobierno Revolucionario fundido indisolublemente con el pueblo. O más exactamente: un gobierno que es pueblo y un pueblo que es Gobierno.
Del capitalismo hacia el socialismo. De la prehistoria a la historia. Esa ha sido nuestra transición en estas casi cinco décadas de lucha.
¿Cuál país de los que unen sus aullidos a los del lobo imperial -incluyendo al mismo lobo- ha sido capaz de brindarle a su pueblo una transición como la lograda por Cuba? ¿Y para cuál de ellos desean los imperialistas un tránsito que, como en nuestro caso, beneficie al pueblo?
Hemos transitado, seguimos y continuaremos transitando. ¿Hacia dónde? No precisamente hacia donde señalan las estúpidas pretensiones del presidente yanqui y sus peones. Marcharemos cada día con mayor confianza y solidez por el camino propio que nuestro pueblo se ha trazado.
No detenemos ni detendremos nuestra marcha hacia un sistema educacional más efectivo, hacia el desarrollo de una cultura integral cada vez más sólida y profunda.
Transitamos cada día hacia una unidad más indestructible. Hacia una preparación y disposición para la defensa, contra las cuales se estrellarán quienes intenten imponernos el regreso a un pasado sólo válido de recordar para reafirmar la convicción de que jamás podrá volver.
Transitamos y transitaremos, en conclusión, hacia más socialismo, más patriotismo, más sentimientos y prácticas solidarias con los pueblos hermanos.
Hacia más reafirmación de nuestros valores morales, éticos, revolucionarios e internacionalistas. Hacia más antimperialismo.
Transitamos hacia el perfeccionamiento de nuestra sociedad, siempre para hacerla mejor y más fuerte, en interés del pueblo. Jamás para debilitarla o destruirla, en interés de sus enemigos.
Transitamos hacia la Revolución Energética, hacia la invulnerabilidad económica, hacia los peldaños superiores de una justicia social repartida entre todos. Ni bloqueo, ni agresiones, ni amenazas, ni huracanes, podràn detener ese tránsito victorioso de nuestro pueblo.
Son nuestros enemigos quienes transitan hacia el abismo marcado por la crisis global del sistema capitalista. La historia demuestra que ese brutal sistema simboliza el pasado y que solo el socialismo se yergue como presente y futuro de la humanidad.
Diez administraciones imperiales no han podido doblegarnos, ni podrán hacerlo nunca. Cincuenta años de Revolución nos han convertido en un pueblo invencible frente a un enemigo con el cual nunca Cuba se ha negado a discutir desde posiciones de igualdad, y mutuo respeto. W. Bush, ha completado esa decena y se marcha con sus sueños inconclusos.
Por lo demás, aquí nadie se asusta, ni pierde el sueño. Resérvense susto y desvelo para quienes un día, juzgados por sus propios pueblos, pagarán sus crímenes y atropellos unos; su cobardía, sumisión y traición otros. En cuanto a los cubanos, ante las pretensiones imperiales y sus amenazas, asumimos con la más plena convicción el legado fidelista en el Moncada de que primero se hundirá la Isla en el mar antes que consintamos en ser esclavos de nadie.