lunes, 20 de abril de 2009

Después de la V Cumbre de Las Américas: Apostar por la buena voluntad

Arnaldo Clavel Carmenaty

Hay cosas que nunca pueden olvidarse. La historia es una de ellas. Quien olvide o trate de dejar la historia a un lado estará condenado al fracaso, mucho más si esa historia está marcada en buena medida por hechos nocivos que laceran a los individuos o a las naciones en sus fibras más intimas.

La historia de América Latina y el Caribe está marcada, primero por la oprobiosa explotación y en muchos lugares por el exterminio de los nativos de nuestras tierras, por la esclavitud del hombre negro como sustituto de la fuerza de trabajo indígena, y por el saqueo de las principales riquezas de este continente.

El coloniaje y el neocoloniaje han costado millones de vidas a las tierras de América. Olvidar eso sería traicionarnos a nosotros mismos.

Muchos hechos escandalosos han vivido nuestras sufridas naciones americanas a lo largo de su historia. Prácticamente desde que surgió Estados Unidos como país independiente, se arrogó el papel de dueño y señor de estas tierras, una vez sacudidas las ataduras de las potencias colonizadoras europeas.

Si esa historia está llena de horrores, mas terrible ha sido contemplar y tener casi resignarse a que cuando en un país determinado, dígase República Dominicana, Panamá, Nicaragua, Guatemala, Chile, Venezuela, Cuba, Uruguay, Argentina, Haití, Bolivia, etc,etc, etc… Alguien ha intentado levantar una mano contra el coloniaje, ahí siempre ha estado la pistola sostenida o financiada por Estados Unidos para mantener el statu quo.

Si bien, en la V Cumbre de Las Américas, el presidente Obama rectificó y dijo que no se trataba de borrar la historia, sino de trabajar para el futuro, lo cierto es que nuestros pueblos necesitan muestras de acciones verdaderamente fehacientes, de las buenas intenciones de Estados Unidos para con la región.

Parece que alguna prensa occidental (la mayoría) está tratando de dar por hecho la buena voluntad del poderoso país del Norte, y da por sentado que ahora toca a los países de América Latina y el Caribe “ofrecer muestras de reciprocidad” a lo planteado por el presidente de Estados Unidos.

Resulta que ahora se quiere exigir condiciones a nuestros países para que las relaciones sean de verdadera amistad, cuando el agresor siempre ha sido Estados Unidos.

Estoy seguro de que esas relaciones se lograrán cuando Estados Unidos y sus seguidores dejen de poner condiciones humillantes a nuestros pueblos hasta para poder conversar. Cuba ha dejado clara su posición: hablaremos de todo, siempre que se respete el derecho de autodeterminación de los pueblos. Nuestra soberanía no es negociable. Esperemos y ojalá logremos ese clima de amistad y distensión que los pueblos siempre hemos añorado.

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